Las invisibles son demasiadas

Las invisibles son demasiadas

Salvados y el discurso abolicionista aumentan el estigma a las trabajadoras sexuales

Equipo de Àmbit Dona, Fundació Àmbit Prevenció

Este domingo pasado, el programa de “Salvados” del periodista Jordi Évole abordó el tema de la trata de mujeres bajo el título ‘Las invisibles’ en el que mostró el testimonio de dos mujeres que han experimentado situaciones de violencia a causa de la trata de seres humanos y la explotación sexual. Un tema muy grave en nuestro país que es importante visibilizar. Sin embargo, el programa, emitido tras el 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres, incluidas las trabajadoras sexuales, no dejó claro que hablar de la trata no es igual que hablar de la prostitución voluntaria. Y lo anterior poco contribuye para la protección de los derechos de todas las mujeres.

Este programa de Salvados, de la cadena de televisión La Sexta, inspiró a Graciela Atencio a firmar un artículo de opinión esta mañana en el periódico Público en su edición de CTXT, Contexto y Acción, con el título “La prostitución, la excepción patriarcal”. A nuestro entender, el texto equipara trata de mujeres con prostitución en todos los casos, lo que niega la realidad de las mujeres que ejercen la prostitución de forma voluntaria y deja de lado toda la complejidad que involucra el tema.

Como feministas y profesionales que trabajamos desde hace años en proximidad a mujeres quienes padecen las múltiples caras de la trata, consideramos que la reiteración del discurso que sostiene que hablar de la trata es igual que hablar de la prostitución, poco contribuye en la protección de los derechos de las mujeres. De hecho, son ideas que parten de principios moralmente sesgados y aumentan el estigma hacia las trabajadoras sexuales, confundiendo de forma intencional el hecho de que vivimos en una sociedad patriarcal con las mujeres víctimas de trata y las que optan por el ejercicio autónomo de la prostitución.

Parece que  todavía estamos discutiendo sobre la cuestión de la culpa y de los culpables, cuando se deberían abordar las raíces del problema, como la economía que sustenta las relaciones de desigualdad y la feminización de la pobreza, bases que sostienes la hegemonía patriarcal. Cuestionarse si la culpa es de la puta, del cliente putero o de las feministas que separan prostitución voluntaria y la trata ¿es buscar soluciones o culpables?

Además, a quién exactamente tenemos que interpelar y exigir cuando hablamos de la trata de personas ¿Tienen las mujeres la responsabilidad de acabar con ésta por medio de la denuncia? Porque, cuando comparamos la realidad de las calles con testimonios como los que fueron presentados ayer en el programa de Salvados, nos parece casi ilusoria la idea de que las mujeres que viven la realidad de la trata consideren la denuncia como una opción segura. Igualmente, colocar el énfasis del programa en historias en las cuales las mujeres lograran salir de esa situación por cuenta propia, vuelve a atribuir a las mujeres la responsabilidad de identificar y solucionar las violencias que viven. Si bien historias de heroínas motivan públicos y audiencias, esa perspectiva pasa totalmente por encima de la obligación del Estado de garantizar la seguridad a las mujeres que quieren ejercer la prostitución y la responsabilidad que tienen las instituciones en promover a todas una vida libre de violencias.

Y a pesar de todo, en una cosa estamos de acuerdo: hay que dar voz a las Amelias, a las Joys, y todas aquellas que tienen la fuerza y el coraje de denunciar la trata. Pero tenemos que buscar los motivos por los que muchas otras dejan de hacerlo o ni se lo plantean como opción. Hasta qué punto discursos abolicionistas pueden ser los responsables de ese silencio e invisibilidad de las situaciones de trata al seguir creando estigmas y prejuicios hacia la prostitución.

Por otra parte, y aunque que la industria del sexo merezca una revisión desde una perspectiva feminista, nos parece apocalíptico asociar toda y cualquier referencia al sexo como la base de la explotación sexual. Más que exponer el porno como uno de los supuestos villanos de la trata de mujeres, haría falta ir al fondo de la cuestión social que posibilita esa situación, hablar de las trampas de la desigualdad, de las instituciones que facilitan ese crimen, de las fronteras, de la pobreza. La trata de mujeres con fines de explotación sexual es un tema tan complejo que sugerir la erradicación de la prostitución como solución no es solo un equívoco, sino una respuesta planteada desde la dicotomía de abolición o no.

Somos feministas y por tanto hemos de cuestionarnos todo: el papel del Estado en la solución del problema, los discursos moralistas, el capitalismo. Considerar a las mujeres como sujetos de derechos y exigir leyes que garanticen estos derechos en la práctica son temas esenciales en esta discusión.


Sobre Fundació Àmbit Prevenció

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